Urbanismo Sostenible
Hace apenas
media hora que ha amanecido en Hammarby Sjostad. El sol aún no ha empezado a
calentar pero la calle ya está llena de personas que se dirigen al trabajo.
Podría ser éste cualquier otro lugar en el mundo. Podría serlo a juzgar por la
apariencia. Pero este barrio del sur de Estocolmo es el primer ejemplo de
urbanización holística. Aquí cada recurso se aprovecha para desarrollar el
siguiente. El agua de la lluvia, por ejemplo, sirve para abastecer el retrete,
y la basura se recicla en la energía que sustentará la calefacción de la casa.
Todo para demostrar que el desarrollo sostenible no sólo es posible, también
económico.
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"SymbioCity
pasaría desapercibida entre cualquier otra urbanización de nueva construcción.
No ha sido planeada como una ciudad ostentosa, la idea era que fuese
confortable", explica Erik Freudenthal, director de la oficina
medioambiental de Hammarby Sjostad. Levantada sobre una antigua zona portuaria,
esta pequeña ciudad de 11.000 viviendas se ha convertido en la respuesta sueca
al hogar del futuro. "Queríamos limpiar la zona, que en el pasado era una
de las más contaminadas de la ciudad por su actividad industrial, y al mismo
tiempo encontrar un modelo sostenible realista, capaz de mantenerse por sí
mismo".
Con el apoyo
del Gobierno sueco y la colaboración de más de un centenar de empresas, SymbioCity ha empezado a dar resultados. En menos
de cinco años, el impacto medioambiental se ha reducido en más de un 50%. La
clave ha sido un pormenorizado estudio de las sinergias. Por un lado se han
aprovechado las distintas fuentes de energía natural. La solar, por medio de
paneles integrados en cada vivienda; la eólica, con un parque de molinos de
viento; y la hidráulica, como parte del diseño del espacio a través de canales
que recogen el agua de lluvia y la llevan por toda la ciudad.
Por otro, se
ha definido una cadena de tratamiento de residuos a largo plazo. De este modo,
por ejemplo, "la basura orgánica de cada hogar se recicla en biosólidos
que más tarde servirán de abono para las plantas. De estas plantaciones se
extraerá biofuel que, después de su tratamiento, volverá a la casa transformado
en energía calorífica y electricidad en tan sólo unos meses", explica
Freudenthal. El consumo de agua también se ha reducido. Frente a los 200 litros
al día que suele consumir una persona, el rango actual se sitúa entre los 100 y
los 150 litros, aunque la tendencia es bajar este margen aún más.
El ejemplo
nórdico
"Somos
conscientes de la necesidad de buscar fuentes de energía renovables y por eso
llevamos años trabajando en ese sentido", afirma Gunnar Wieslander, secretario
de Estado del Gobierno sueco. En Suecia, alrededor del 50% de la población vive
en núcleos urbanos. Esta circunstancia, unida a un fuerte desarrollo industrial
y a la escasez de agua, llevó al país a un punto de inflexión en la década de
los 70, durante la crisis del petróleo, cuando empezaron a buscarse las
primeras alternativas a la dependencia energética.
"Desde
1995 hemos podido comprobar cómo nuestra curva de desarrollo ha seguido
creciendo mientras que la de las emisiones se quedaba estancada. Esto nos lleva
a desmentir que el desarrollo económico de un país no sea compatible con un
modelo sostenible", señala Wieslander. "Primero empezamos a tratar
los problemas medioambientales de forma aislada, fue entonces cuando nos dimos
cuenta de que las diferentes soluciones estaban conectadas y que la mejor forma
de abordarlas era siguiendo un plan de acción común".
Hace tan sólo
unos años era impensable pescar en las aguas que bordean Estocolmo. "Hoy
no sólo es posible, sino que además se puede encontrar uno de los mejores
salmones", apunta el secretario de Estado. Una de las iniciativas de más
éxito, promovida por el ayuntamiento de la capital sueca, ha sido la
sustitución de todos los autobuses por otros más modernos alimentados con
bioetanol. "Con medidas como esta, de un 80% de consumo de combustible
fósil, se ha llegado al la cifra actual, que ronda el 3% en todo el país".
Este avance ha supuesto una reducción de un 60% en las emisiones de CO2, aunque
también ha traído consigo un inevitable desarrollo de la energía nuclear.
En SymbioCity
el ejemplo es más concreto. El 80% de los desplazamientos de sus 26.000
habitantes se hacen a pie, en bicicleta o en transporte público, un tranvía
eléctrico que recorre la calle principal. En este barrio se ha conseguido
reducir en un 40% el uso del coche privado. Primero, planeando un diseño que
mantuviese todos los servicios a mano, lo suficientemente cerca como para que
no fueran necesarios grandes trayectos. Después, fomentando iniciativas como
Carpool, una empresa de alquiler de vehículos no contaminantes por horas que
cuenta ya con 450 socios entre los vecinos.
La
construcción de SymbioCity supuso una inversión inicial de cuatro mil millones
y medio de euros. Hoy el precio de una vivienda de 80 metros se sitúa alrededor
de los 400.000 euros, ligeramente por encima de la media de toda la ciudad. El
alquiler mensual ronda los 850 y los 1.100 euros, dependiendo de los extras de
la casa. La inversión, sin embargo, se rentabiliza con el ahorro energético. De
hecho la mayoría de sus habitantes son jóvenes parejas de clase media con hijos
que se han mudado desde otras zonas de Estocolmo y que han hecho también suya
la máxima de Mahatma Gandhi que describe el espíritu de la ciudad: "La
Tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada
hombre, pero no su codicia".
Por Manuel Herrera.
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